El Día Internacional de la Mujer siempre me pone las emociones a flor de
piel, especialmente el enojo, la frustración y la decepción. Veo con profunda
tristeza cómo la equidad de género y la sororidad parecen el suplicio de
Tántalo, aquél que estaba condenado a padecer sed en una isla rodeada de agua
dulce y llena de jugosos árboles frutales, pero que cada vez que intentaba
tomarlos se alejaban.
Ayer en medio de un día bastante ajetreado, en relación con mi ritmo de
vida más bien pausado, mi teléfono me avisaba constantemente sobre alguna nueva
felicitación o publicación a propósito del Día Internacional de la mujer, las más provenientes de mi amado México. Acepto y agradezco las felicitaciones del Día de la Mujer, porque sé que
en su mayoría son sinceras muestras de respeto hacia mí o en el peor de los
casos, ingenuas manifestaciones de cariño que enaltece el estereotipo
“femenino”. Sin embargo, algunas de esas publicaciones despertaron en mí
sentimientos de tristeza y frustración.
En una de ellas se decía, palabras más, palabras menos que se apelaba a
la unidad, a dejar la lucha de géneros (hasta ahí muy bien), a dejar atrás al
feminismo y olvidar el origen del Día de la Mujer, pues ya es historia y
deberíamos de celebrar nuestro “ser mujer, aquí y ahora”. En uno de los
comentarios, alguien cuestiona el hecho de que la violencia contra la mujer sea
cosa del pasado, pues hoy como entonces, muchas mujeres siguen siendo
explotadas, abusadas, asesinadas. La respuesta a este comentario, “También hay
hombres que son abusados”, encendió en mí todas las alarmas y ha dado origen a
este texto.
¿Cuántos son los hombres abusados, en comparación con el número de
mujeres abusadas?¿El que haya hombres abusados, es motivo para dejar de exigir
que se haga justicia y se ponga un alto a los feminicidios? Empezando por mi
patria, seis mujeres son asesinadas diariamente. El Estado de México tiene el
índice más alto de feminicidios del país. Y tenemos una ciudad fronteriza que
es tristemente conocida por la cantidad de mujeres asesinadas en sus
inmediaciones, "Las Muertas de Juárez", muertas por el machismo.
El feminismo, el verdadero feminismo en ninguna de sus corrientes propone una supremacía femenina, simplemente lucha porque TODAS las mujeres tengan TODOS los derechos, TODOS los días. Siento una inmensa pena de que el Día Internacional de la Mujer se vea como una celebración ya sea de mujeres “cabronas” o de mujeres apegadas al estereotipo del eterno femenino.
El 8 de marzo no puede ser visto como una celebración de ser mujer
(mucho menos de la imagen de mujer creada por la cultura patriarcal) mientras
en México sean asesinadaas seis mujeres al día por motivos de género; mientras en India las viudas de ciertas
castas sean obligadas a arder en una pira porque no pueden sobrevivir a sus
maridos; mientras el aborto no sea legal, accesible para todas las mujeres y no
se practique en óptimas condiciones sanitarias; mientras haya niñas obligadas a
casarse con adultos; mientras exista la mutilación genital femenina; mientras
haya mujeres que no tengan acceso a la educación; mientras haya una sola mujer
en cualquier parte del mundo que sea violada y además cuestionada o incriminada
por cómo iba vestida, a qué hora de la noche anda, dónde y con quién estaba o
porque aceptó una relación consensuada pero se arrepintió en el camino, o
porque es ya esposa del violador; mientras haya mujeres que tengan que pelear
una pensión para sus hijos porque en la cultura machista las obligadas a
sacrificarse por los hijos son las mujeres; mientras se cuestione a las mujeres
que deciden no ser madres; mientras nosotras las “privilegiadas” sigamos
ganando en promedio 27% menos que los hombres, etc., etc., etc. No, este día no
puede ser de celebración ni de la mujer luchona y cabrona, ni la celebración de
nuestro "ser mujer". Para empezar ¿qué es "nuestro ser mujer" y según quién?
El 8 de marzo es un día para conmemorar no sólo a esas mujeres que
murieron en esa fábrica para que nosotras gozáramos de derechos laborales más
justos, sino a cada una de las mujeres y también de los hombres que han luchado
a nuestro lado para que podamos estudiar, votar, para que podamos elegir con
quién casarnos y también divorciarnos. El 8 de marzo es para recordar que
tenemos muchas tareas pendientes. Es un día para no olvidar que aunque nosotras
ya gocemos de muchísimos derechos aún hay muchas batallas que librar por
nosotras mismas y por nuestras hermanas en condiciones más desventajosas y que
experimentan violencia de género en sus diversas manifestaciones. Es un día
para unirnos a esa lucha y para invitar a los hombres a que se unan a ella, por nosotras, por cada mujer y por cada niña que nazca
en este planeta.
P.D. Si alguien quiere llamarme "feminazi" adelante, nada más que para que me afecte, tendrá que demostrarme su dicho con argumentos bien sustentados en teoría feminista y estudios de género, no en sus impresiones ni en experiencias vicarias. Y por supuesto comprobar que el feminismo ha matado a seis millones de personas.